En Coplas de pie quebrado
Una métrica igual a la que empleó Jorge Manrique, en “Coplas a la muerte de mi padre”. También fueron llamadas, en su honor, coplas manriqueñas. Empezaban así:
avive el seso y despierte
contemplando,
cómo se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando”.
De rima consonante, de ocho sílabas los versos l, 2, 4 y 5 y de cuatro los 3 y 6. Rimando el verso 1 con el 4, el 2 con el 5 y el 3 con el 6.
PRESENCIA
Llegaste a mí con la aurora,
aluvión de manantiales
concurrentes,
te hiciste fuente sonora,
de cascadas virginales
transparentes.
Abriste un surco profundo,
con la reja de tu arado
convincente,
penetraste el infecundo,
dormitar acostumbrado
de mi mente.
Como una brisa lejana,
que al alba se despereza,
silenciosa,
llegaste a mí una mañana,
con el don de tu franqueza
majestuosa.
Fuiste en mi huerto olvidado,
de malezas espinosas
florecido,
jardinero a su cuidado,
de tus manos portentosas
convencido.
NOSTALGIA
Penetraste en las mezquinas
profundidades rocosas
de mis eras,
arrancaste las espinas,
y crecieron sólo rosas
tempraneras.
Así estaba mi jardín,
vergel de plantas y flores,
perfumado,
pero te fuiste y al fin
solitario, a tus primores
se ha quedado.
¡Oh, manantial transparente
de burbujas rumorosas,
cristalinas,
donde hallaba fácilmente
la respuesta a tantas cosas
peregrinas.
Tú eres fuente, reja, arado,
manantial, brisa y aurora,
jardinero,
pues que estando a tu cuidado,
soy de tu fuente sonora,
prisionero.
PRIMAVERA
La musa estaba dormida,
a la inspiración, inerte,
perezosa,
como una gacela herida
que va buscando la muerte
silenciosa.
Llegaste tú a sus umbrales,
como un soplo fecundado
de ilusiones,
y nacieron madrigales,
y se hicieron, sueño alado,
mis canciones.
Llegaste cual golondrina
de ignota tierra lejana,
pasajera,
de mi alero, en una esquina,
te quedaste una mañana
prisionera.
Y era tu voz matutina,
melodía en mi ventana,
mensajera,
y tus vuelos, golondrina,
preludios de una temprana
primavera.
NATURA
Desde entonces voy soñando,
tranquilos amaneceres
sin medida,
desde entonces, desterrando,
violentos anocheceres
de mi vida.
Desde entonces he aprendido
de las risas de las fuentes
su dulzura,
desde entonces, conocido,
los secretos transparentes
de Natura.
Desde entonces, la fragancia
penetrante de las flores,
su frescura,
que me llega en la distancia
como un soplo de colores
y de hondura.
Desde entonces los trigales,
que el céfiro, besa y mece
con ternura,
me suenan a madrigales
y a sonrisas que me ofrece
tu hermosura.
O.Z.M.