jueves, 24 de noviembre de 2011

AMOR Y VIDA - I

                                      
               
                             En Coplas de pie quebrado

  Una métrica igual a la que empleó Jorge Manrique, en “Coplas a la muerte de mi padre”.  También fueron llamadas, en su honor, coplas manriqueñas.  Empezaban así:

           “Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando,
cómo se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando”.


 De rima consonante, de ocho sílabas los versos  l, 2, 4 y 5 y de cuatro los 3 y 6. Rimando el  verso 1 con el 4, el 2 con el 5 y el 3 con el 6.


 PRESENCIA

 
Llegaste a mí con la aurora,
aluvión de manantiales
concurrentes,
te hiciste fuente sonora,
de cascadas virginales
transparentes.

Abriste un surco profundo,
con la reja de tu arado
convincente,
penetraste el infecundo,
dormitar acostumbrado
de mi mente.

Como una brisa lejana,
que al alba se despereza,
silenciosa,
llegaste a mí una mañana,
con el don de tu franqueza
majestuosa.

   Fuiste en mi huerto olvidado,
de malezas espinosas
florecido,
jardinero a su cuidado,
de tus manos portentosas
convencido.

       NOSTALGIA

Penetraste en las mezquinas
profundidades rocosas
de mis eras,
arrancaste las espinas,
y crecieron sólo rosas
tempraneras.

Así estaba mi jardín,
vergel de plantas y flores,
perfumado,
pero te fuiste y al fin
solitario, a tus primores
se ha quedado.

 ¡Oh, manantial transparente
de burbujas rumorosas,
cristalinas,
donde hallaba fácilmente
la respuesta a tantas cosas
peregrinas.

Tú eres fuente, reja, arado,
manantial, brisa y aurora,
jardinero,
pues que estando a tu cuidado,
soy de tu fuente sonora,
prisionero.

    PRIMAVERA

 La musa estaba dormida,
a la inspiración, inerte,
perezosa,
como una gacela herida
que va buscando la muerte
silenciosa.

  Llegaste tú a sus umbrales,
como un soplo fecundado
de ilusiones,
y nacieron madrigales,
y se hicieron, sueño alado,
mis canciones.


 Llegaste cual golondrina
de ignota tierra lejana,
pasajera,
de mi alero, en una esquina,
te quedaste una mañana
prisionera.

  Y era tu voz matutina,
melodía en mi ventana,
mensajera,
y tus vuelos, golondrina,
preludios de una temprana
primavera.

       NATURA


  Desde entonces voy soñando,
tranquilos amaneceres
sin medida,
desde entonces, desterrando,
violentos anocheceres
de mi vida.

  Desde entonces he aprendido
de las risas de las fuentes
su dulzura,
desde entonces, conocido,
los secretos transparentes
de Natura.

  Desde entonces, la fragancia
penetrante de las flores,
su frescura,
que me llega en la distancia
como un soplo de colores
y  de hondura.

  Desde entonces los trigales,
que el céfiro, besa y mece
con ternura,
me suenan a madrigales
y a sonrisas que me ofrece
tu hermosura.


             O.Z.M.

lunes, 21 de noviembre de 2011

VERSOS DE AMOR - II

                     Un lustro

    Más de un lustro he pasado sollozando,
respirando tu vuelta, en mi agonía,
más de un lustro, llorando cada día,
más de un sueño perdido, cavilando.
   Los días en un soplo van pasando,
las noches son eternas, vida mía,
me duermo en soledad, sin alegría,
y siempre me despierto suspirando.
   Qué triste es hablar solo, sin audiencia,
yo no sé si mi amor está a la altura,
de este horrible vivir sin tu presencia,
ni tampoco si albergo calentura,
tal vez de tanto amar con insistencia,
o es, quizás, un amago de locura.

                     Presente

  Sigo viviendo en el ayer amado,
nunca sueño el mañana lisonjero,
siempre es el hoy, mi amigo y consejero,
que me lleva hacia ti con dulce agrado.
   Por eso no hay mañana en mi pasado,
que el ayer es del hoy, fiel escudero,
yo quiero este presente verdadero,
para estar junto a ti y enamorado.
   Yo no quiero ya abrir ninguna puerta,
ni llamar al cristal de otra ventana,
ni encontrar otra luz, tal vez incierta,
que alumbre el despertar de mi mañana.
   Te quiero siempre a ti sobre cubierta,
aunque estés de mi amor siempre lejana.

                     Felicidad
  
    Yo no quiero encontrar otra corriente,
que inunde mi pasado, y me despierte,
que yo quiero vivir para quererte,
estando de mi amor siempre consciente.
    Déjame en este ayer, dulce y latente,
a solas con tu amor y con mi suerte,
no me dejes al lado de la muerte,
que eso es casi morir, sencillamente.
    Que yo quiero vivir en consonancia,
buscando tu recuerdo en la alegría,
soñando el corazón en la distancia,
que tu siempre llenabas de armonía,
aunque yo navegara en la ignorancia,
que  fue  felicidad, esposa mía.

                                                                                   
                   La vida

  Cuando la cumbre de la edad se alcanza,
subiendo a trompicones su escalera,
nadie se atreve ni a mirar siquiera
los peldaños que están en lontananza.
   Porque la vida es subir en la confianza,
de encontrar una dicha verdadera,
que siempre se convierte en cicatera,
por mucho que la llenes de esperanza.
   La vida es un reloj sin batería,
que el tiempo va moviendo lentamente,
no se para, siquiera en la alegría,
ni marcha más deprisa en la pendiente,
va marcando sus horas cada día,
no podemos pararle de repente.

                    Soñando

    Yo si puedo parar el pensamiento,
en la dicha de ayer que tanto quiero,
y puedo hasta soñar en el sendero,
que me lleva hasta ti sin fundamento.
    Y volver a vivir nuestro momento,
la pasión y el amor tan verdadero,
que se hace alegre cuanto más sincero,
y que es silente cuanto más contento.
    Y me quiero parar en ese instante,
donde fuera el ayer, felicidad,
y vivir, aun de ti siempre distante,
esta dicha que llega con la edad,
porque así lo deseo, suplicante,
como un sueño que se hace realidad.

               Tu hermosura

    Por eso estoy parado en la distancia,
que media entre el mañana y el ayer,
como aquel que no quiere comprender,
que en el hoy nunca está la redundancia.
    Que yo quiero sentirte en la ignorancia,
que impregna mi dolor y así entender,
que la vida te enseña a envejecer,
y el amor a vivir en la constancia.
    La vida siempre acaba en el camino,
que lleva al más allá de su espesura,
donde el hombre se pierde en su destino,
errando sin cesar en su andadura,
quiera Dios que yo vuelva, peregrino,
a encontrarme mañana en tu hermosura.

                        O.Z.M.

lunes, 14 de noviembre de 2011

VERSOS DE AMOR - I

                         Tus ojos              

  Con tus ojos de ayer, hoy me has mirado,
te he sentido despierta en la mañana,
me he quedado asomado a tu ventana,
y el viento del pasado la ha cerrado.
  He seguido soñando, enamorado,
más allá del ayer, en la cercana,
vida que alumbra mi pasión temprana,
cuando ya nuestro amor se hizo pasado.
  No me importa que el viento, sollozando,
se arrodille ante mí, día tras día,
y  me diga al oído, susurrando,
que el ayer de mi amor no volvería,
porque yo seguiré siempre soñando,
con la misma ilusión y fantasía.

                      Murmullo

 Temblando en tu pupila una alegría,
unos ojos sin luz en tu mirada,
un amor escondido entre mi almohada,
que aprisiono con fuerza cada día.
  Dónde está tu pasión, me repetía,
destilando su ayer de enamorada,
déjala junto a mí, difuminada,
como un soplo de luz y de armonía.
  Un susurro, tal vez, entrecortado,
un suspiro llorando de ilusiones,
un silencio de amor en mi costado,
una brisa lejana de ambiciones,
un murmullo en el aire, perfumado,
que huele siempre a ti y a tus canciones.

                      Tus flores

  Con flores de un jazmín, que ella tenía,
perfumaba mi casa con frecuencia,
para huir del vacío de su ausencia,
impregnando el dolor del alma mía.
  Respiré su perfume y me escondía,
estabas junto a mí y en tu presencia,
con las alas del viento de tu esencia,
volaba sin cesar y me dormía.
  Qué triste despertar de madrugada,
cuando abiertos mis ojos a la vida,
descubrí de una rápida mirada,
que en el aire no estabas suspendida,
que la flor del jazmín de mi morada,
por el suelo se hallaba desprendida.

                                                                    
                 Tu  perfume

   Poco a poco se fueron marchitando,
los pétalos de ayer tan perfumados,
regué tanto la planta, que enojados,
se fueron lentamente deshojando.
  Que el jazmín siempre llega, germinando,
a lomos de corceles, disfrazados
de hermosas primaveras, y abrazados,
a unas fechas que el tiempo va borrando.
   Pero llegan cantando y son puntuales,
anualmente se asoman al balcón,
y descubren sus pechos virginales.
   Yo no quiero un jazmín sin corazón,
ni perfumes que lleguen siempre anuales,
yo prefiero tenerte en mi ilusión.

                      Sentimiento
   
 Día a día te siento en mi confianza,
noche a noche te llamo, vida mía,
sueño a sueño te abrazo en mi porfía,
llanto a llanto te busco en mi añoranza.
    Siempre llegas. Mi amor nunca te alcanza,
siempre me abres la puerta a la ironía,
siempre escucho tu dulce melodía,
y me quedo soñando en la esperanza.
    No te puedo olvidar tan fácilmente,
ni me quiero arrancar tan honda espina,
que tengo atravesada permanente,
en este corazón que a ti se inclina.
    Déjame que te busque eternamente,
más allá del dolor que me domina.

                      Tú vuelta
  
   Yo te quiero sentir en el camino,
que existe entre el ayer y el hoy en día,
yo no quiero un mañana sin poesía,
ni tampoco un ayer tan repentino.
   Quiero ser de tu amor un peregrino,
recorriendo tu senda de armonía,
llevando mi dolor con la alegría,
buscando en mi ilusión, mejor destino.
   No me importa que llegues suspirando,
volátil como el aire, tan callada,
porque yo te estaré siempre esperando
en la noche sin luz de mi alborada,
por  decirte en voz baja, musitando,
lo que siento por ti, mi dulce amada.

                         O.Z.M.

lunes, 7 de noviembre de 2011

LA ESPERA


                 
   Y llegó la esperanza a despertar,
bostezando en la nube silenciosa,
que se esconde en la luz maravillosa
y  no cesa un momento de volar.
   Mil veces va cambiando de lugar
cual si fuera una dulce mariposa,
o  el pétalo perdido de una rosa,
que sueña con la novia en el altar.
    Junto al Cristo simpar de la Lanzada,
la esperanza se tiende dulcemente,
y suspira en la herida inmaculada,
que sangra sin cesar, ardientemente,
cual si fuera ahora mismo atravesada,
por el dardo de ayer irreverente.

     Y se bebe una vez su fantasía,
y respira en silencio su entereza,
le asombra de aquel Cristo su belleza,
y el amor que le ofrece en este día.
    Se ha mirado en sus ojos, qué alegría,
no verse reflejada su tristeza,
tan solo su virtud y fortaleza,
y  jamás un reflejo de agonía.
     La esperanza a la imagen suplicaba,
secretos de ilusión y nueva vida,
temblando de pasión, se alborotaba,
y llorando de amor, quedó dormida,
sabiendo que aquel Cristo la escuchaba,
 y daba su ambición por recibida.

     Y así llegaba a mí cierta mañana,
un jilguero cantando de alegría,
que anidaba en el árbol que tenía,
creciendo a pocos  pies de mi ventana.
     Sus trinos arrullaban mi fontana,
se bañaba en la misma cada día,
cantaba sin cesar, con armonía,
aunque fuera su voz siempre lejana.
     De un frutal bien regado y atendido
nace siempre una fruta deliciosa,
que puede ser manjar apetecido,
y una dicha simpar maravillosa.
     Del fruto de un amor correspondido,
siempre nace una estrella prodigiosa.

                         O.Z.M.