lunes, 22 de abril de 2013

LA MIRADA


               


   En tus ojos azules me he mirado,
soñando un imposible, vida mía,
a punto estaba de nacer el día,
y escuchaba su voz en mi costado.

   Despierto andaba el corazón, callado,
navegando en tu cielo, fantasía,
bailaba la ilusión,  y amanecía,
en el viejo rincón de mi pasado.

   Brillaba en mi retina transparente,
la luz de un gran amor, sobrecogido,
que llegaba hasta ti constantemente,

y en la tuya el azul,  lo vi perdido,
detrás de una gran nube, simplemente,
porque ya para ti hubo amanecido.



    Cerraste la ventana a la ilusión,
bajaste la persiana de la espera,
no quisiste subir por la escalera,
que tendiera hasta ti  mi corazón.

    Y seguía esperando, a la sazón,
que tu puerta, cariño, se me abriera,
y  tus ojos,  de cielo y primavera,
volvieran a mirarme con pasión.

    Me quedé con tus ojos y  hermosura,
transido de dolor , fruncí mi ceño,
y tuve que aceptar en  mi cordura,

que mi amor hacia ti fue un dulce empeño,
una hermosa ilusión, una locura,
un triste navegar, tan solo un sueño.



                       O.Z.M.

lunes, 8 de abril de 2013

EL CANDIL

                     

   Parpadeante la luz, casi temblando,
el candil en la sombra,  se atrevía,
desde el techo de paja en que lucía,
a  seguir en la noche tiritando.

   Tendida en una cama, suspirando,
una hermosa mujer se consumía,
lloraba en su interior, aún no sabía,
que la muerte a su puerta está llamando.

   El frio de la noche está en alerta,
bramando sin cesar, constantemente,
y no sabe que está la puerta abierta.

    Penetra por debajo,  simplemente,
se arrebuja en la cama y se despierta
al grito del dolor que allí se siente.


  
   Qué triste debe ser  la soledad,
cuando llega en silencio hasta tu altura,
y te toca en el hombro con dulzura,
desprovista de toda humanidad.

    Hoy no existe, siquiera, caridad,
por el alma que sufre de amargura,
el mundo solo vive en su locura,
hablando de placer y de amistad.
  
  Y la gente se muere de tristeza,
de miseria y dolor y hasta de olvido,
de ignorancia, tal vez, y de pobreza,

y no tiene en la cama un ser querido,
que la pueda abrigar con su franqueza,
susurrando un amor junto a su oído.




                         O.Z.M.